What time is there?, Tsai Ming Liang (2001)
EL TIEMPO MUERTO
Hsiao Kang trata de curar su soledad y el destierro emocional que provoca la ausencia del que se ha ido en la frialdad compositiva que Tsai Ming Liang despliega en ¿Qué hora es allí?.
El suicidio es el desencadenante de un relato que nos deja en la cruda tesitura, a base de montaje alterno, de desvelar la melancolía y el aislamiento contagioso de los que sufren el luto. O tal vez sólo se enfatiza la situación anterior al trágico contratiempo.
Los protagonistas de ¿Qué hora es allí? no son capaces del contacto humano. La consecuente falta de comunicación no hace sino dotarlos de un cariz casi cómico, ridículo, que se recibe desde el más tierno de los sarcasmos.
Si bien no son maniqueos, los protagonistas se convierten en paradigmas descontextualizados que toman forma en un mundo (Taiwan) que podría ser cualquiera, pero que, inevitablemente es el que es y no podría haberse retratado mejor. A modo ilustrativo, véanse las solemnes tradiciones funerarias contrastando con la realidad de un país abarrotado en el que los difuntos descansan en diminutos cubículos apilados en un almacén.
El pesar de la viuda llevado al excentricismo más delirante, la mala suerte que hereda quien recibe el reloj del difunto o la obsesión de Hsiao Kang por cambiar la hora a todos los relojes por la hora que marca el reloj de su padre; devienen en un patético intento de sanar su dolor sintiendo el tiempo del que se ha ido. Si Antoine Doinel, al que el director taiwanés hace un guiño en la película, pierde la noción del espacio en una atracción de feria; Hsiao Kang desdeña la del tiempo como método contra el olvido.
Todos, finalmente, tratan de purgar sus traumas a través de episodios sexuales (sórdidos cuanto menos) que no hacen sino desnudar aún más su desgarrada soledad. Este dolor pausado se concentra en escenas estáticas y eternas que muestran tan sólo tiempo muerto; los planos abiertos dejan al descubierto el aislamiento y la insignificancia de los personajes y el ambiente inhóspito de los espacios del anonimato, se ve privilegiado por una cuidada iluminación y una escasez de diálogos.
Tsai Ming Liang elabora desde la distancia un relato melancólico sobre la búsqueda, pero también sobre la pérdida. ¿Qué hora es allí? aúna nostalgia e incertidumbre, pasado y futuro, en un contexto donde lo fantasmagórico se cruza con lo tangible; destrozando a veces el placer de observarla, recordándonos no sin ironía que seguiremos en el lugar en el que nos encontramos.
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